Esta vez os traigo el relato de una salida, nacida de los entrenamientos forzados por el mega pro, Sergi Boix, este que en su labor de cortejo por la zona, no deja de lado la esencia del ciclismo, se pierde más de una vez por las cercanías de Angles y allí, descubre el espíritu Serrallonga, por montañas que los Empordaneses, no tenemos la suerte de tener, con un buen desnivel y kilometraje para aburrir.
Fotografia tomada en un paraje descomunal, cuatro ramas en el suelo, una hoja a la derecha mostrando que si existe el otoño, y un fondo de porland para dar más frio del que ya habia, como muestran las manos de los allí sentados.
Al comenzar la primera ascensión en Angles, uff !! un miedo escalofriante rondaba por la zona, combatido solo por la ilusión de los allí presentes, las primeras rampas preveían que la jornada iba a ser dura de verdad. Gracias a la ya sabida profesionalidad de algunos, y por que ya no quedaban más piñones que poner, mantuvimos una marcha lenta pero sin pausas, afrontando el ascenso sin problemas y disfrutando de como poco a poco empezábamos a ver más de un techo de las edificaciones, cosa que nos informaba de que subíamos metros de desnivel a mansalva.
Las vistas, generosas, un incomparable paraje otoñal con diversos cambios de color, que aunque tarde por este tiempo que nos acompaña últimamente, por fin podíamos disfrutar de la diversidad que existe por esta zona, verdes, marrones, poderosos y un sin fin de hojas en el suelo, el otoño estaba más que instaurado en la zona.
Los bandoleros de la romeria.
Al llegar a la primera ascensión del día, la ermita de Santa Barbara, con las monturas aparcadas, nos deleitábamos con unos suculentos manjares, que no dejan atiborrarse y que tienen cabida en un bolsillo.
Sin tiempo que perder, había que bajar por la misma zona para ir a buscar la segunda ascensión del día. La bajada, bueno, aburrida, por que es de camino ancho, pero llevadera por la compañía. Eso si con un dolor de brazos de sostener la presión y el temblor de las riendas, que a más de uno le produjo tortura.
Un pequeño corriol, enlazaba las dos montañas y nos acercaba a la Cellera con una ascensión con cararter picante, como en la anterior, con el mismo talante, pero algo más cansados, ascendíamos hasta una fuente La font d'en Bassi, donde rellenábamos cantimploras y algunos recogían las castañas que aportaban vitalidad y un poco de ambiente al recorrido, por aquello de abastecerte de los frutos recogidos por el camino, nada más.
Algunos desesperados vaciaban parte del "equipaje", ante la atenta mirada de algunos.
Solo quedaba afrontar el resto de la subida hasta el Puig d'Afrou, "fácil" hasta allí, antes de llegar al Puig, teníamos que dar todo lo que habíamos guardado, en una ascensión hasta la Hermita de Sant Gregori, que bien ... algunos desmontaron debido a las alforjas, quizá pesaban demasiado.
El ascenso a la hermita de Sant Gregori ... duro, duro.
Ruta al Wikiloc